Los nuevos líderes de Italia conmemoraron la fundación de la república italiana asistiendo el sábado a un desfile militar lleno de pompas y prometieron ponerse a trabajar, creando puestos de trabajo y expulsando a los inmigrantes.
“El viaje gratis se ha terminado”, advirtió el nuevo ministro del Interior, Matteo Salvini, durante una manifestación en el norte de Italia. “Es hora de hacer las maletas”, agregó.
Salvini anunció que hoy irá a Pozzallo, en Sicilia, un lugar de llegada de migrantes. Se sabe que, entre otras cosas, quiere cortar los fondos destinados a la recepción de inmigrantes en Italia y deportar a 500.000 “clandestinos”.
La promesa de deportaciones en masa en el horizonte es un recordatorio de que Italia tiene en su coalición de gobierno a un partido de derecha incondicionalmente antiinmigrante, y que la Unión Europea tiene un nuevo socio que gobierna su cuarta economía más grande y un país en primera línea de la migración hacia Europa.
Según la Fundación ISMU (Iniciativas y Estudios sobre la Multietnicidad) de Milán, que se ocupa de temas migratorios, el 2017 registró el número más bajo de migrantes vía mar que llegaron a Europa. Fueron 171.000 en 2017, menos de la mitad de los que llegaron en 2016 y muy lejos del más de un millón que llegó en 2015. Durante los primeros tres meses y medio de 2018, los migrantes que desembarcaron en Italia, Grecia y España llegaron a 17.581. El flujo a Italia ha disminuido en un 70 por ciento, dijo ISMU.